sábado, 29 de agosto de 2009

Tristes Guerras (M. Hernández)


Tristes guerras
si no es amor la empresa.
Tristes, tristes.
Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes, tristes.

Tristes hombres
si no mueren de amores.
Tristes, tristes.

viernes, 7 de agosto de 2009

El Hombre Duplicado


Soy yo, supongo que llegarás uno de estos días, espero que hayas descansado, creía que ibas a llamar desde casa de tu madre, pero ya debería saber que contigo no se puede contar para estas cosas, en fin, no importa, quedan aquí las palabras de recibimiento de una amiga, llámame cuando te apetezca, cuando se te antoje, pero no como quien se siente obligado, eso sería malo para ti y para mí, a veces imagino lo maravilloso que sería que me llamases sólo porque sí, simplemente como alguien que tiene sed y bebe un vaso de agua, pero eso ya sé que es pedirte demasiado, nunca finjas conmigo una sed que no sientes, perdona, lo que quería decirte no es esto, simplemente que regreses a casa con salud, mi madre ya está mucho mejor, ya sale para ir a misa y hacer compras, en pocos días estará tan bien como antes, un beso, otro, otro más. Tertuliano Máximo Alfonso rebobinó la cinta y repitió la audición, primero con la sonrisa convencida de quien escucha loores y lisonjas de cuyo merecimiento no parece tener dudas, poco a poco su expresión se fue tornando seria, luego reflexiva, luego inquieta, le había venido a la memoria lo que la madre le dijo, Ojalá ella todavía esté cuando tú despiertes, y estas palabras resonoban ahora en su mente como el último aviso de una Casandra ya fatigada de no ser escuchada. Miró el reloj, María Paz ya habría regresado del banco. Le dio un cuarto de hora, después marcó.


(...)


Molido por el viaje, cansado por las emociones, Tertuliano Máximo Alfonso se fue a la cama cuando todavía no eran las once. Intentó leer una página sobre las civilizaciones mesopotámicas, dos veces se le cayó el libro de las manos, por fin apagó la luz y se dipuso a dormir. Se deslizaba lentamente al sueño cuando María Paz le susurró al oído, Qué maravilloso sería que me llamarás sólo porque sí. Probablemente diría el resto de la frase, pero él ya se había levantado, ya se había puesto la bata sobre la pijama, ya marcaba el número. María Paz preguntó, Eres tú, y él respondió, Soy yo, me dio sed, vengo a pedirte un vaso de agua.

domingo, 2 de agosto de 2009

.cine.cine.cine.cine.

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los soñadores :)

After Hours: when everything could happen... and it does