
Y sin embargo, todo era distinto. Me sentí ajena. El lugar donde estaba no era el mismo lugar de mis recuerdos. No era donde tomé clases por más de 16 años. A simple vista, parecía que todo seguía igual, pero no era así. El lugar a donde fui era efectivamente el Madrid... pero no era mi Madrid. Las cosas eran completamente distintas. Me di cuenta que yo ya no pertenecía a ese lugar pues la escuela a la que fui ya no existe. Porque, a pesar de que el edificio no ha cambiado en nada, ya no es el mismo. Y es que, mi escuela, mi Madrid, estaba conformado por todas las personas a las que llaman generación 2008, y de las relaciones entre nosotros y los demás.
Sentí nostalgia. Nostalgia por la escuela que dejé.
Y de súbito lo entendí: el todo no es igual a la suma de sus partes. Vaya que los gestálicos tenían razón. Ahí, frente a mí estaba el edificio, los salones, los estudiantes, los maestros, los horarios, etc., pero ni sumándolos mil veces, me darían mi Colegio Madrid.
2 comentarios:
Antes que nada, gracias por lo que me escribiste, Icas. Y sé que vas a ser una tía de lujo jajaja. Pero todo a su tiempo, eso que ni qué.
Y hablando del Madrid, la verdad es que pues sí, sí se le extraña, pero yo es que quedé hasta la madre con esa dirección del CCH. Son taaaaaaaaan inútiles. No podría describirlos de otra manera.
No voy a ser hipócrita así que no te voy a decir que extraño ver a TODOS los de nuestra generación, pero claro que me da un poquito de ñáñaras ir a la prepa y ya no ver a la gente que me importa caminando por ahí. Pero son cosas que pasan, afortunadamente la vida está llena de ellas y uno, tarde o temprano, se acostumbra.
Lo importante es ir aprendiendo a dejar ir y cerrar ciclos.
Y nada, un día de estos platicaremos de nuestro Madrid y de cuando íbamos en el mismo salón. El E, ¿te acuerdas?
Un abrazotototote =D
lo que ha cambiado,
simplemente,
eres tú.
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